Yucatán casi dobla la media nacional en donantes de órganos

En la entidad hay dos tipos de hospitales: procuradores donde se hace la donación y centros transplantadores.

Un tatuaje emulando el corazón de su hija le recuerda diariamente a Teresa Fernández Maldonado el día que todo cambió. Han pasado casi 10 años desde que la niña Camila Morán Fernández, de 13 años, fue víctima colateral de un accidente que la tuvo varios días en coma con muerte cerebral. El amor y la calidad humana de Teresa y su familia se vieron de cara a la decisión más difícil de su existencia: Juntos optaron por la vida.

Aquella tarde de marzo de 2009, Camila salió de su casa -al norte de la ciudad- para comprar en la tienda de la esquina. Ella estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado, pues la colisión de dos vehículos causada por un conductor hablando por celular la alcanzó. Luego de su estancia en el hospital, los encefalogramas dictaron que su actividad cerebral se desvanecía paulatinamente, hasta que la gráfica fue lineal.

“Ella aún puede dar vida”, dijo el neurólogo pediatra Joao García a la familia de la niña mientras estaban en el nosocomio a la espera de un milagro. Los deudos desconocían acerca de las donaciones de órganos en ese entonces. Entre el dolor, el shock y la tristeza, accedieron a la petición, convirtiendo a Camila en la primera donadora multiorgánica de Yucatán.

Para esas fechas, el sistema de salud local no contaba con los permisos para facilitar la realización de los trámites. Carecía de protocolo y tampoco contemplaba la figura del coordinador de trasplantes. “Teníamos muchas dudas”, admitió Teresa ante la complicada decisión que encaraba en ese momento. La más difícil de su vida.

A pesar de lo largo del proceso, la familia de la menor siempre estuvo convencida de esperar el tiempo necesario para que se pudiera consumar el acto. Al coordinador de donaciones lo enviaron de otro estado y luego de ocho días, el corazón, el hígado, los riñones y las córneas de Camila Morán ya habitaban otros cuerpos, lo que en cierta forma, aún mantiene su llama encendida.

“Nosotros queríamos un milagro para Camila y ese milagro se multiplicó por seis. Ella pudo devolver vida a seis personas”.

La labor del Ceetry

En México, la tasa de donantes fallecidos es de 21 personas por millón de habitantes, mientras que en Yucatán se registran 39.5 donantes por cada millón de habitantes. En el estado, 5.2 donantes corresponden a muerte cerebral y 34.3 a paro cardiaco. La entidad casi dobla la actividad nacional en la materia.

El incremento tan significativo en la tasa de donantes corresponde a los esfuerzos que se gestan desde el Centro Estatal de Trasplantes de Yucatán (Ceetry) y a su director, Jorge Martínez Ulloa, uno de los 10 médicos trasplantólogos que operan en la región. Él lleva 15 años dedicado a los trasplantes y ha salvado cerca de mil vidas con sus conocimientos y compromiso con la causa.

Los objetivos del Ceetry -próximo a cumplir cinco años- son tres: promover la cultura de la donación de órganos y tejidos en el estado, propiciar que éstas se lleven a cabo con asesoría a los hospitales autorizados para dicha empresa, así como dotándolos de los insumos necesarios facilitando el suministro de medicamentos inmunosupresores.

El papel de los hospitales

Hoy en día, en la república mexicana hay más de 21 mil 800 pacientes en lista de espera por un trasplante y más de 300 hospitales que los realizan. Se les conoce como hospitales procuradores, ya que cuentan con médicos capacitados y la infraestructura necesaria para la ejecución de estos procedimientos.

El Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), los Consejos y los Centros Estatales de Trasplantes -el Ceetry en el estado- son quienes supervisan y verifican que todo el trabajo se realice en estricto apego a la Ley General de Salud.

En Yucatán hay dos tipos de hospitales licenciados para la donación de órganos y tejidos: procuradores, en donde se llevan a cabo los procesos de donación, y clínicas trasplantadoras, donde se efectúan los trasplantes; según explicó el doctor Martínez Ulloa en entrevista con La Jornada Maya.

Coordinadores de donación

Lo que falta en México es la figura del coordinador de donación. Se trata de un médico con estudios específicos en la materia que sabe cómo buscar a los donantes y abordar a la familia. Tiene estudios en tanatología y la sensibilidad para detallar el procedimiento.
En el estado existen seis coordinadores de donación, es decir, todos los hospitales públicos como privados tienen acceso a esta figura. En caso de que no cuenten con la misma, se comunican con el Ceetry y ellos envían uno para que brinde la asesoría adecuada y pueda concretarse el proceso.

Tabús, decisiones y cultura de la donación

Luego de que Teresa Fernández y su familia tomaran la decisión de donar los órganos de Camila, un sentimiento agridulce se apropió de ellos. Al principio, no quisieron decirle a nadie, en parte por el rechazo que -incluso gente cercana- tenía sobre el tema. Decidieron omitir la información a fin de no ser persuadidos o que opinaran al respecto. La decisión ya estaba tomada.

Desde la creación del Ceetry, Gabriela Navarrete Machain acude a hospitales, empresas, universidades, poblaciones al interior del estado y a donde se lo permitan, a fin de fomentar la cultura de la donación. Ella es la coordinadora de dicho departamento en el organismo.

“Nadie te puede obligar”, aseveró la promotora, pues el acto de la donación es completamente voluntario.

Anualmente, en Yucatán, cerca de 2 mil 500 personas reciben la información que Gabriela se encarga de llevar a cada rincón del estado. Sin embargo, lamentó que algunas instituciones pongan “trabas” para que imparta pláticas sobre la donación de órganos. En contraste con lo anterior, considera que poco a poco la gente va teniendo más apertura al tema.

“Lo más importante es que todos los ciudadanos cuenten con esta información para que a su fallecimiento, los familiares estén enterados y sean ellos quienes donen los órganos, acción que se limita exclusivamente a los hospitales”, dijo.

Navarrete Machain destacó la importancia de que el donante comunique a su voluntad a los familiares, pues luego de un fallecimiento repentino, son ellos quienes tienen la facultad de autorizar el procedimiento. Nadie más.

Existen dos vías mediante las cuales una persona puede manifestar su deseo por convertirse en donador de órganos. Al acudir a sacar una licencia de conducir, se le pregunta al interesado si quiere ser donador. Asimismo en el Ceetry se proporcionan tarjetas que acreditan al portador como donador.

“Ninguno de esos sistemas tiene validez jurídica”, aclaró la entrevistada. Únicamente tienen como fin que la familia conozca el deseo del fallecido y con esto es más fácil decir que sí ante un momento de dolor.

Tras la muerte de un ser querido, un médico coordinador de donación se acerca a algún familiar directo y debe firmar un documento oficial otorgando el consentimiento y especificando cuáles son los órganos que desean donar.

“Esto solamente sirve para sensibilizar a nuestros familiares sobre el deseo de ser donador”, resaltó, y aclaró que es totalmente falso que la gente piense que los médicos toman los órganos sin autorización de los familiares, a pesar que la licencia manifieste su deseo.

“La misión de los médicos es salvar vidas y todos reciben la atención en función de eso. Mucha gente piensa que por ser donador los médicos no le salvarán la vida y no es así. En todo momento los galenos luchan para preservar la vida”, aseguró.

El 70 por ciento de la población está de acuerdo con donar, acorde a lo informado por el doctor Martínez Ulloa. “Si le preguntas a cualquier persona, te va a decir que sí. Si te acercas de manera respetuosa a la familia de un fallecido y le platicas el fin de estos tejidos, te puedo asegurar que dirán que sí”.

Creciente cultura de la donación

“La gente está tomando más conciencia sobre este tema. Ha sido una labor titánica, llevamos más de 10 años haciéndolo, primero desde el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) a través de una asociación, y la gente no quería escucharlo, aventaban la folletería, pero muchos de ellos han visto cómo cada día aumenta el número de pacientes con la necesidad de un trasplante”, explicó Navarrete Machain.

Ahora ya se está hablando más y la gente está tomando interés en el tema en parte debido a que las estadísticas de donaciones y trasplantes han incrementado en el estado. Es un conjunto de acciones que han contribuido. “La gente tiene que saber que todo se lleva conforme a la ley y de una manera completamente transparente”.
“Es totalmente falso el comercio o que se le dé prioridad a personas ricas o políticos. En cada hospital se lleva una lista de pacientes que necesitan de un trasplante”, aseguró.

Tipos de donaciones

Las donaciones se pueden realizar en vida o después de un deceso. 

De acuerdo al artículo 333 de la Ley General de Salud, para realizar trasplantes entre vivos, el donante deberá ser mayor de edad, la función del órgano debe poder ser compensada por el organismo y se debe recibir información completa sobre los riesgos. Todo ante notario público y sujeto ante la decisión del comité de trasplantes de la institución donde se realizará el procedimiento.

A la muerte de un ser humano mediante el cese completo e irreversible de todas las funciones del cerebro se le denomina muerte encefálica. Cuando esto ocurre se descarta que el potencial donador haya padecido una enfermedad infecto contagiosa como sida o hepatitis.

El hospital donde fallezca la persona debe contar con licencia para realizar procesos de donación y con el personal capacitado. Finalmente la familia es quien decidirá si dona o no, los órganos y tejidos de su ser querido.

El donante óptimo

En Yucatán se llevan a cabo trasplantes de hígado, riñón, hueso y córnea. El resto de las donaciones se manda a otras entidades que cuenten con hospitales certificados para efectuarlas.

Acorde con el titular del Ceetry, el donante óptimo se trata de una persona joven, sana y que fallece generalmente de alguna contusión seria en la cabeza. Sin embargo, el resto de sus órganos aún está en condiciones para transferirse.

Señaló que el Hospital General Agustín O´Horán es el hospital procurador por excelencia; en contraparte está la Unidad Médica de Alta Especialidad, que no es un nosocomio en donde ocurran demasiadas procuraciones -pues no maneja trauma-, pero es el que más trasplantes de riñón realiza en la entidad.

Listas de espera

“No son como la fila de las tortillas”, aclaró Martínez Ulloa, al ser cuestionado sobre las listas de espera para recibir un trasplante. 

Cada órgano tiene una lista de espera y ésta se desahoga en función de diversos factores, como el peso, el grupo sanguíneo y la edad del receptor. Normalmente los órganos añosos se otorgan a sectores añosos, “no le vamos a poner un riñón de un paciente de 70 años a un niño de 16, y viceversa”, detalló.

Aclaró que no sólo se trata de tener en cuenta el lugar que se ocupa en la lista de espera, sino otros factores. A fin de cuentas, aseguró, lo que se busca es obtener los mejores resultados del trasplante, siempre con equidad y transparencia en el proceso. Lo que sí, es que por políticas médicas a nivel mundial, siempre trata de favorecerse a la población pediátrica.

El listado más concurrido en Yucatán es el de trasplante de riñón. Hoy en día hay alrededor de 400 pacientes en lista de espera para el procedimiento.

Las causas de la larga lista son la diabetes, hipertensión y enfermedades propias del riñón, que son muy frecuentes. En el caso de los niños, se piensa que la insuficiencia renal es una enfermedad de viejos, y no. Muchos niños la padecen y casi siempre se asocia a malformaciones de sus vías urinarias, explicó el galeno.

El tiempo de espera depende del hospital en el que el paciente esté enlistado. Cada uno tiene sus listas y sus diferentes tiempos. La más voluminosa está en el IMSS, pues es la institución que más trasplanta; pero también la que tiene más pacientes en diálisis. La lista de menor población es la del O’Horán, pues hay mucha procuración, reiteró. 

Un donante le cambió la vida a Santiago

Luego de dos años de espera, una llamada del doctor Martínez Ulloa iluminó los rostros de la familia Martín Ciau. Pasaba la medianoche y a Santiago le informaban que había sido elegido para ser receptor de un riñón facilitado por un donante cadavérico. Como pudieron, se dirigieron al hospital O’Horán, llenos de esperanza.

El camino de Santiago Martín comenzó desde su infancia. A temprana edad le detectaron insuficiencia renal crónica, lo que lo tuvo “de doctor en doctor” y le valió varias noches en hospitales de la capital yucateca. Él siempre recibió el apoyo de habitantes de su natal Umán, quienes incluso contribuyeron económicamente con su tratamiento en varias ocasiones.

Estuvo dos años en la lista de espera del O’Horán. Antes de eso, diariamente era sometido a diálisis, tratamiento que mermaba considerablemente su calidad de vida. Pese a eso, quiso continuar con sus estudios en la Normal Superior para convertirse en maestro de matemáticas, y lo logró.

Adiós diálisis

Previo a la operación, 10 candidatos a recibir el órgano son sometidos a varias pruebas de compatibilidad. El nerviosismo impera en la sala mientras uno a uno los pacientes se desahogan. Ellos saben que solamente hay un órgano disponible y todos comparten el mismo dolor. Las emociones están a flor de piel, pero el apoyo y la empatía se sobreponen.

“Santiago, ven rápido que ya tenemos un riñón”, alcanzó a decir el director del Ceetry aquella madrugada de enero del 2016. Sus padres Santiago y María Guadalupe -testigos de su sufrimiento- salieron rápidamente a conseguir a alguien que los trasladara del municipio a Mérida y de nuevo la solidaridad se impuso. Luego de seis horas, la operación resultó exitosa.

Aquel día cambió la vida de Santiago para siempre. No obstante requiere cuidados especiales y debe tomar un cóctel de medicamentos todos los días, él se siente agradecido con la vida y con el doctor Martínez, quien siempre estuvo al pendiente de su recuperación.

Destacó la importancia del apoyo gubernamental, ya que los medicamentos requeridos tras un trasplante suelen rondar los 8 mil pesos -el más económico-, por lo que el contar con un trabajo que proporcione seguridad social es vital para mejorar.

“El que busca, encuentra”

“Dentro de la tristeza de perder a un hijo, saber que aún se puede ayudar; no sólo anclarse al dolor, sino pensar en el prójimo”, advirtió Teresa Fernández.

Las leyes mexicanas en materia de salud mantienen el anonimato de los donantes y receptores. Sin embargo, la familia Morán Fernández ha tenido contacto con otros recipiendarios que les congratulan por su valiosa labor. Es a través de ellos que sienten que pueden agradecer la generosidad de esa familia desconocida.

En algún momento, a través de las redes sociales se les acercó una persona. Con los datos del lugar, la edad, “el que busca encuentra”, mencionó. “Proporcionan datos geográficos y uno ata cabos, pero por cuestiones legales no te permiten conocer sus identidades.

“Si los conociera, me causaría una alegría enorme saber que sus seres queridos están vivos y que han podido seguir adelante con sus vidas”, añadió.

Del dolor florece la vida

El gran corazón de Camila funge como símbolo de la lucha que su madre y familiares realizan sin distinciones por los que esperan un trasplante de órgano, no sólo en Yucatán, sino en todo el país. A raíz de la tragedia suscitada aquella tarde de marzo, emerge la Asociación Camila.

“Pese a la voluntad de donar los órganos de mi hija, sentimos que no fue suficiente, lo que nos llevó a la necesidad de poner el tema de la donación de órganos sobre la mesa, pues en Yucatán no se decía nada. Difícilmente se hablaba de la muerte, y menos de la donación de órganos”, expuso.

Es así como nació Asociación Camila en 2010, conformada por un grupo de familiares y amigos, tanto de Camila como de sus allegados, que desde entonces se dedican a organizar eventos y promover la donación de órganos en Yucatán.

“Queremos que la gente conozca el calvario que pasa una familia que espera por un órgano para su ser querido; y que los que tienen que pasar por una pérdida como nosotros se animen a decir que sí a la donación”.

Camila fue la primera donadora multiorgánica de la entidad. En estos 10 años, los miembros de la asociación han notado un cambio radical en el tema. “La pérdida de un hijo nunca se supera, pero si se puede ayudar a otros ¿por qué no hacerlo? Sobre todo cuando ya no hay nada más qué hacer por tu ser querido”.

Camila Morán Fernández nació un 28 de mayo de 1997, hoy tendría 23 años. Un repentino accidente dio un drástico giro a su vida y a la de sus familiares. Sin embargo, la tenacidad y generosidad que alberga sus corazones les permitió tomar la decisión y así regresar la oportunidad de vivir a otras seis personas, a través de las cuales, una parte de ella sigue viva. El corazón de Camila todavía late con fuerza.

Con información de La Jornada Maya

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