Médicos enfrentan maltrato, falta de equipos e insumos plena contingencia

“Lo peor que me ha pasado ha sido ver como hacen falta insumos para atender a los pacientes y el miedo de todos los trabajadores de la salud. Lo que más me ha pesado es ver o saber de casos de bebés o niños pequeños que han fallecido”.

Es el relato de una médico del servicio público quien al igual que muchos de sus compañeros trabajan largas y extenuantes jornadas diarias desde que inició la pandemia, y que hasta el día 30 de abril en Yucatán ha cobrado de manera oficial 35 muertes.

También he sentido muy extraño entrar al Oxxo con mi ropa quirúrgica y que todos me vean como bicho raro. En la calle, yo y muchos compañeros hemos dejado de usar nuestros uniformes por temor a agresiones o a discriminación, por eso trato de ocultar mi profesión cuando estoy en la calle, agrega.

Martha como muchos de los profesionales que están en la primera línea de combate al COVID-19 ha tenido que comprar sus propios implementos para realizar su trabajo ya que los funcionarios administrativos y operativos de los hospitales públicos han sido rebasados por la contingencia y muchos ni siquiera saben qué hacer.

Pese a las condiciones en las que tienen que trabajar, y a la desorganización en los servicios de salud y la carencia de equipo, “lo mejor que he visto es que el personal de salud es valiente y comprometido con su trabajo, y han estado al pie del cañón por puro amor al arte”, subraya.

Desde que inició la contingencia su día transcurre leyendo, escuchando y atendiendo temas en torno al COVID-19, y por la noche intenta relajarse haciendo un poco de ejercicio como medida de alivio ante la ansiedad y confusión que vive todos los días.

Antes, aunque también atendía pacientes, no tenía el temor de que cualquiera que llegara fuera a tener coronavirus, ni tenía que vestirme con tanto equipo de protección, ahorita los pacientes prácticamente ni me ven la cara.

Al igual que miles de personas tampoco ha podido ver a sus familiares porque ellos tienen miedo a que los contagie.

Sostiene que las medidas de prevención “debieron haberse regionalizado un poco más, de acuerdo a la situación económica y cultural de cada región, y sin duda se debió prever el requerimiento tan grande de material que iba a haber, dando facilidades a las industrias nacionales, porque en México se hace material de protección y cubrebocas, para que puedan producir para todo el país en mucha más cantidad”.

Da la impresión de que se convirtió en un asunto meramente político y que es una competencia de popularidad entre el gobierno federal, gobernadores y presidentes municipales, agrega.

Pienso que estuvo bien anteponer la salud de la población a los intereses económicos, pero todavía tengo conflicto de esta situación en México, un país con la mayoría de la población en empleos informales.

Me ha tocado ver en la calle que verdaderamente hay gente que la está pasando muy mal en lo económico. Por eso pienso que debieron diseñar algún mecanismo para mantener al menos los ingresos de la gente.

Si hubiesen rastreado los casos desde el inicio y suspendido los viajes desde el extranjero creo que se pudo haber adelantado mucho. Creo que muchas de las cosas que se dicen en el discurso político, oficial, bueno las conferencias del Dr López- Gatell, son correctas, pero en el campo de la realidad es que no se está llevando a cabo lo que dicen en sus conferencias.

Tampoco estoy de acuerdo en que no se hagan pruebas suficientes ya que somos de los países que menos pruebas hacen. Creo que hasta en África están haciendo más pruebas que nosotros, subraya.

Me sorprende por otro lado, por ejemplo, que el gobierno del estado se haya preparado con antelación y conseguido tantos insumos antes de la escasez, eso es de aplaudirse.

Sobre la actuación de la gente ante la pandemia, dice que no se puede generalizar. Hay personas que están recluidas en sus casas y que le tiran cloro a todo y a todos los que entren en sus casas y tienen muchísimas precauciones y cumplen todas las medidas, y por otro lado me apena mucho haber sido testigo y conocer por terceros testimonios de personas que, aun teniendo la enfermedad, afirman que es una invención del gobierno o de nosotros los médicos, llegando a recibir en alguna ocasión hasta insultos por parte de pacientes “incrédulos”. Que además son peligrosos puesto que como no creen en la enfermedad, llevan su vida normal y se la pasa contagiando a todos a su alrededor.

Hace un tiempo entendí que ya no habrá normalidad después de esto. No sé cuánto tardaremos en reponernos del miedo que nos generan los demás. Sabemos que todos vamos a morir, pero no sabemos cuándo, eso suele ser una ventaja para nuestra mente. Pero ahora sentir que puede ser cualquiera de estos días si le vuela la mente a cualquiera.

No queremos perder a ninguno de nuestro seres queridos o incluso conocidos y saber, al menos en mi caso que muchos de ellos están más expuestos precisamente por su profesión causa mucha incertidumbre y desesperación.

Toda la sociedad debe extremar precauciones, todos, todos, porque con uno solo que falle, un solo contagiado que ande por ahí sin lavarse las manos, sin usar cubrebocas, tosiendo o estornudando, negando la enfermedad e importándole poco el confinamiento, van a terminar pagando muchos, y de esos muchos uno pude ser tu familiar o tu amigo, o tu.

Cuídense de los demás, porque no todos piensan igual, concluye visiblemente consternada por el relato.

Foto Ilustrativa AFP

Pepe Palacios / ACOM

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