Aumentan los cambios en la conducta de jóvenes por pandemia

Los efectos de la pandemia están ocasionando una mayor diferencia en las condiciones de vida entre hombres y mujeres.

Gina Villagómez Valdez, investigadora y académica del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi de la Universidad Autónoma de Yucatán, destacó que en las últimas décadas la población yucateca ha envejecido y en este momento, el promedio de edad es de 30 años, cuando en 2010 era de 23.

De acuerdo con el Inegi, hay un notable y rápido envejecimiento de la población que debe prevenirse para cuando lleguen a la etapa adulta y ancianidad, apoyadas con recursos de su trabajo productivo como pensión y jubilación, seguridad sanitaria. Actualmente, el 30% de la población yucateca es joven -de 15 a 29 años- por ello, la necesidad de que las políticas públicas se enfoquen a la previsión de estas necesidades futuras.

Los jóvenes tienen varios retos, producto de las condiciones globales y nacionales, regionales y locales. Los estudios indican que, consideran los estudios superiores como una estrategia de movilidad social, de obtención de recursos y empleo para sobrevivir, pero se enfrentan a la falta de acceso a la educación superior gratuita.

Segundo, las personas de entre 15 y 29 años perciben un futuro incierto laboralmente, a pesar de lograr estudios superiores, por lo que consideran el emprendimiento o actividades por cuenta propia como una estrategia para la obtención de recursos a pesar de sus estudios. Hay muchos abogados y nutriólogos manejando Uber, como ejemplo de ello.

Otro factor en que, los jóvenes no confían en las autoridades, temen a la inseguridad y perciben la corrupción como limitaciones para el desarrollo del país.

La docente destacó que, la gente joven con estudios de nivel medio superior y superior, tienen en mente un proyecto de vida que considera primero: los estudios; segundo, trabajo; tercero, logro de metas personales como viajar o emprender un negocio; en cuarto lugar, consideran tener una relación de pareja, y no precisamente a través del matrimonio sino a través de relaciones más democráticas en unión libre.

El amor romántico ha disminuido y las relaciones tienden a construirse sobre la base de proyectos compartidos por gusto y afinidad, por así se establece desde el discurso público, por lo que, casarse ya no es una idea romántica para cumplir, salvo socialmente. Un problema de la juventud es el aumento en el índice de divorcios. Yucatán se encuentra entre los primeros lugares de disolución conyugal.

Respecto a la violencia, los estudios revelan que, en la pareja se inicia desde el noviazgo y que ahora, sobre todo las jóvenes tienen la oportunidad de huir a tiempo de relaciones violentas.

Estas mismas investigaciones desvelan que, los jóvenes piensan tener uno o muy pocos hijos, en tanto que, se multiplican las parejas que no quieren tener hijos. Primero, por la falta de recursos emocionales y económicos; segundo porque razonan sobre los incrementos de la población mundial y el deterioro ambiental.

Un creciente número de jóvenes consideran la adopción como una forma de ejercer la paternidad. Además, consideran que la paternidad no son destino, sino una elección responsable.

En zonas rurales y con menor acceso a educación, tecnología y servicios de salud, los jóvenes la idea reproductiva se mantiene; sin embargo, son mucho más conscientes ahora de los problemas de pobreza y vulnerabilidad a los que se enfrentan, donde no hay muchas opciones diferentes.

Las adicciones y los impactos de las condiciones de vida en la salud mental de la juventud muestran aumento de consumo de alcohol, tabaco y fármacos, así como elevados índices de ansiedad, depresión e incluso suicidio y muerte por accidentes. En Yucatán, estos dos últimos fenómenos son las principales causas de muerte.

Los especialistas están enfocados en analizar los alcances que está tomando la pandemia para los jóvenes y sus efectos en la toma de decisiones, ya que ha obligado a la deserción escolar por falta de recursos, la responsabilidad de ser padres de familia ante la muerte del sustento de la casa, producto del virus y la falta de oportunidades y bajos salarios para las personas con menores capacidades productivas.

Con la pandemia, los jóvenes también se enfrentan a la transformación de los roles de género, uno de los eventos culturales más importante en la juventud. Tanto hombres como mujeres están transformando las costumbres respecto a las relaciones de pareja, de paternidad. Ya hay padres comprometidos y mujeres más autónomas, lo que a su vez genera cambios en la dinámica familiar tradicional.

Al igual que en otros grupos poblacionales, los sectores más pobres y vulnerables, los mayas, los que viven más apartados de los centros laborales, se encuentran con altos índices de desempleo y falta de oportunidades. Sin servicios de salud, de control natal, de educación, con mayor consumo de alcohol y altos índices de depresión y suicidio.

Esos grupos en el interior del estado requieren atención urgente para aminorar los efectos de la pobreza especialmente en tiempos de pandemia.

ACOM

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